Imprimir I Por: Ronald Bustamante I
Antes de convertirse en el profesor de casi 30 estudiantes de primaria, Guillermo Guevara, de 38 años, tuvo que vencer la resistencia de los padres del centro poblado Nuevo Porvenir, a 2.564 m.s.n.m., en Cajamarca. “No queremos un profesor que llega el lunes y se va el miércoles, le dijeron”. Y él les pidió que le dieran una oportunidad.
Hoy, estudiantes de 5 comunidades asisten a su escuela N° 821542, aunque tengan otros centros educativos más cercanos. “¿Por qué vienen hasta acá?”, les pregunta. Y la respuesta es que prefieren sus clases, en las que la tecnología se aplica cada día de manera dinámica y creativa.
Guillermo estudió tres años de Informática. Además, estudió ingeniería industrial y docencia. Pero él prefiere que solo le llamen profesor. Se siente orgulloso de serlo y no planea dejar esta carrera que le ha dado la satisfacción de ver crecer a la comunidad en la que ejercita su vocación con optimismo.
“Desde que estoy en Nuevo Porvenir, la comunidad ha avanzado, hemos creado la escuela secundaria para que jóvenes que no asistían a este nivel y solo terminaban la primaria ya no tengan que hacer viajes de tres horas para poder continuar sus estudios”, comenta.
Innovación
Con el proyecto ‘TICs en la escuela rural de Cajamarca’, Guillermo es el ganador nacional de la novena edición del concurso ‘El Maestro que Deja Huella’, iniciativa de Interbank. El concurso busca reconocer y promover iniciativas innovadoras en la educación pública del paí
Parte de la labor de Guillermo consiste en utilizar las herramientas tecnológicas para desarrollar aplicaciones interactivas, que permiten a los estudiantes aprender temas como geografía o lenguaje de forma divertida y motivadora. Sus alumnos cuentan con una pizarra interactiva artesanal y con un sistema de intranet al cual suben sus trabajos.
“Trabajamos con software de libre acceso, que está disponible para descargar. Así, los alumnos pueden estudiar interactivamente en cualquier lugar donde llegue la señal, que es casi toda la comunidad”, explica destacando que los estudiantes son parte del proceso de programación, no solo receptores. “Aprovecho los recursos tecnológicos que ya existen, ¿qué niño de ciudad no tiene una computadora o tablet?, pero son para jugar. ¿Por qué no usarlas para mejorar competencias?”, plantea.
Como premio de novena edición de este concurso, Guillermo recibió un departamento, estudios de maestría y una resolución viceministerial del Ministerio de Educación. Esto tan solo lo motiva a seguir mejorando la educación en su distrito, nos dice.
Además, por este reconocimiento, su centro educativo recibirá una completa biblioteca y US$5.000 para la implementación de su proyecto. Con este se elaborarán robots aplicando materiales de la zona de manera creativa, como ya se viene haciendo gracias a la voluntad y el esfuerzo de toda la comunidad.
Textos e imagen: El Comercio/Difusión
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